Es muy común ver como ahora todos posteamos fotos y momentos especiales en las redes sociales… intentando convencer a los demás que tenemos una vida perfecta… y que nadie note nuestras carencias, tristezas, depresiones… claro, quien se va a postear que está deprimido, que se siente solo, que ya se enojó, que le grito a sus hijos, que se enojó con el marido, que no le gusta trabajar, que está perdiendo el tiempo, que no ha salido en meses, que no ha tomado vacaciones…
Una cosa es tener la intención clara y transparente de estar tan feliz con algo que lo queremos compartir con las personas que más queremos…o que estamos tan agradecidos con la vida porque dentro de todos los problemas, a veces también suceden cosas muy buenas, pero otra es hacer que nuestra meta de cualquier diversión, instante, momento, sea el no olvidarnos de tomar fotos para que todos vean que bien nos la pasamos, que vida tan divertida tenemos, que deportistas somos, que perfectos somos, que felices somos siempre!
Hace poco escuchaba la entrevista que Tom Bilyeu la hacía a Simon Sinek acerca de la generación millennial. Y una de las cosas que comentaba Simon es que los padres de familia, ya cometimos un error a la hora de educar a nuestros hijos, y que ya no podemos hacer nada, que ahora es la industria la que tiene que encargarse de ayudar a todos estos jóvenes a integrarse en la realidad.
Sin entrar en detalles sobre si hay tiempo o no de revertir lo que ya hicimos a esta generación, creo que los que ahora estamos educando a las siguientes generaciones, si estamos muy a tiempo de analizar los errores de estos padres y nosotros hacer lo posible por mantener el equilibrio y aprender de una vez por todas a educar a nuestros hijos de la mejor forma que podamos.
¿Qué vamos a cometer errores? ¡Si, seguramente, y serán diferentes, y veremos ahora que pasa, pero que podemos mejorar en estos que ya entendimos que no debemos hacer, claro que lo podemos hacer!
Ahora bien, regresando a lo que comentaba Simon, ¿cómo podemos ser mejores padres? Bueno, pues una de las cosas que podríamos intentar es ayudar a nuestros hijos a tener una buena autoestima. No todos tenemos que pensar igual, es importante que se sientan seguros siguiendo sus principios y que estos principios estén basados sobre todo en el respeto a la persona humana, ¿por qué? Pues porque somos humanos y es así como debemos de intentar ser mejores, sin luchar contra nosotros mismos, sin degradarnos y perfeccionándonos siguiendo nuestros fines a corto y a largo plazo con esfuerzo y firmeza.
Una de las cosas más comunes en las que ahora caen nuestros hijos y nosotros mismos es tratar de demostrarle al mundo que nuestra vida es perfecta, que somos guapos, que dominamos cualquier tema que se nos ponga en frente, que nunca envejecemos, que jamás nos deprimimos, que todo lo podemos hacer y siempre estamos de buenas… pero resulta que nuestros hijos, viven con nosotros… y ellos ven que hay una incoherencia enorme en nuestra vida, y que aunque todas las mañanas pongamos frases de auto-superación positiva y llenas de buena vibra, energía y demás en todas nuestras páginas de redes sociales… pues en la casa no somos así… ahí tenemos mal humor, tristeza y vacío… que todos lo notan, al único al que le sonreímos es al teléfono cuando le llega alguna notificación.
¿Qué pasaría si tienes una fiesta de cumpleaños o una celebración y nadie toma fotos? ¡Inténtalo! Es muy divertido, nadie va a tener esa ansiedad de postear, de presumir… va a ser una celebración, intima, en la que nadie se va a meter ni opinar, en la que solo tú y los que quieres van a disfrutar del momento.
Bueno, el punto aquí es la coherencia, a nuestros hijos los debemos de educar con ejemplo y perseverancia, es la única manera, piénsalo… trata de darles ejemplo a tus hijos de que no todo lo que hacemos lo tenemos que publicar, que la autoestima no se basa en cuantos likes, o comentarios tienes de algo que paso en tu vida, que la verdadera autoestima es, como escribe Nathaniel Branden : “La confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida. La confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el sentimiento de ser respetables, de ser dignos, y de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a gozar del fruto de nuestros esfuerzos.”
Empecemos por nosotros, crezcamos en esa autoestima y recordemos que lo más importante es estar bien con nosotros mismos, independientemente de la aceptación de todo mundo, luchemos por ser buenos padres, hablemos con nuestros hijos sin miedo, con coherencia, con empatía.