”No puedo creer lo tonto que es nuestro presidente, muero de risa de ver todos los comentarios que ponen de él en Twitter y Facebook”, “¿Qué tal los árbitros del mundial? De verdad que se nota que no tienen ni la primaria”…”Pues la verdad ni al caso los de la FIFA sancionarnos por decir una palabrita, que en realidad la usamos para todo… no te preocupes hijo! Tú síguele gritando al portero contrario cuando despeje… ¡se lo merece! Y ahora que Holanda se quejó… ¡¡Peor les va a ir!!”… “¡Mi jefe es un #@#&*^!!! ¡No tiene idea de nada! Además es un gordo que se la vive comiendo”… “¿Qué tal la presumida de mi amiga? ¡Me choca! ¡Y camina como pollo espinado! Uf! ¡Se cree lo máximo! ¡No la soporto!”… “¿Que tu profesor te regaño por platicar en clase? ¿Sabes qué? ¡No le hagas caso! ¡Ese profesor es un amargado!, voy a ir a hablar con él, ¡para que te deje en paz!”… “Acuérdate… si alguien te molesta en la escuela… a golpearlo, que si no… ¡te toman de su juguete!”… “No soporto la gente naca que se estaciona mal”, “Los cadeneros de los antros son unos nacos, no tienen ni en que caerse muertos pero eso sí, se sienten dioses afuera del antro con su mugre cadenita”… “¡No puedo creer lo mal que esta vestida esa señora! ¡Por favor que no use leggins! ¿Que no se da cuenta que esta horrible?”… “¡¿Qué tal el padrecito de la iglesia!? ¡Ojala lo saquen! ¡Entre pederastas e ignorantes las iglesias se caen! ¡Los musulmanes están locos! Los católicos son unos hipócritas!, los yoguis viven fuera de la realidad!”…, “¡Que tipa tan payasa!, posteando siempre todo lo que hace de deporte”… Entre legios y del opus no hay a cual irle… son unos hipócritas supermillonarios”…
La verdad es que podría seguir con más y más frases. ¿Cuantas hemos dicho? ¿En cuántas hemos caído? Ya no importa si las decimos enfrente de nuestros hijos o no, porque lo importante es la actitud que siempre tenemos ante cualquier circunstancia, lo grave de hablar mal de todo el mundo… (que no es lo mismo que juzgar)… es que nuestra mente se va empapando de ese tipo de comportamiento, en donde o somos unas personas respetuosas en todo momento, o es solo hipocresía, o envidia y coraje de que otros puedan ser felices siendo como son… y nosotros no lo hemos logrado aunque dominemos perfecto los errores de los demás…
Es muy diferente explicarnos a nosotros y a nuestros hijos una situación que debemos analizar de una forma correcta, sin lastimar a nadie, sin perder el respeto a la autoridad, sin perder el respeto hacia quienes son iguales a nosotros.
La sociedad se pregunta muy seguido que hacer ante el acoso escolar o bullying… ¿es en serio? ¿O sea nadie se da cuenta de donde sale el bullying? ¡De la familia! ¡El respeto se enseña en casa!!!
Difícil ¿no? Pues la verdad… no tanto… ¡Es un hábito! ¿Cómo podemos empezar a hablar bien de alguien? ¿Cómo aprendemos a decir cosas buenas de otros? ¿Cómo aprendemos a analizar una situación sin lastimar a nadie? ¿Cómo puedo detenerme ante el torrente de ideas negativas que me llegan a la cabeza, cuando algo no es como a mí me gusta?
Repitiéndolo… una y otra vez… dicen que si haces 60 veces algo, ya lo registras en tu mente y se convierte en un hábito… ¡bueno! Pues hagamos el propósito de no hablar mal de nadie, y ver lo bueno de los demás en sesenta días… Y si no lo logramos después de sesenta días… pues volvemos a empezar… pero el punto es que ese cambio de actitud ayudara a nuestros hijos a ser respetuosos…
Nosotros somos sus papás… ¡ni modo! Ya se acabó la época en que podíamos hacer lo que sea sin afectar a nadie más que a nosotros. Ahora tenemos a uno o dos o tres o más chiquitos viendo que hacemos para ver ellos qué y cómo hacerle… ¡cuidado! Ahora lo que hacemos… ¡si puede afectar a otros! Y lo más triste es que es una cadena… si enseñamos a nuestro hijo a no respetar a nadie… puede salir lastimado uno de sus amigos, un profesor, su jefe, su mama, su esposa…
No se trata de asistir a una conferencia a la escuela sobre “El grave desarrollo del bullying en los últimos años”, e ir en el coche de regreso, comentando sobre lo mal que hablo el conferencista, que se ve que no tienen idea, que que mal trabajo hacen las escuelas…bla, bla, bla… Es ahí en donde estamos demostrando que nosotros tenemos la clave. Los padres somos los protagonistas de la educación… no las escuelas.. Y como puse en el título, “El que se lleva… se aguanta” ¿Vamos a hablar mal de todos? ¿Vamos a ser irrespetuosos en nuestra vida? ¡Bueno! Está bien, pero entonces hay que aguantarnos cuando a nosotros o a nuestra familia alguien les falte el respeto como lo hemos estado haciendo…
Justo el otro día, mi esposo me comentaba que estaba impresionado de ver la cantidad de mensajes agresivos que reciben autoridades del mundo cuando ponen algún twit… checa las cuentas de Obama, Peña Nieto, el Papa Francisco… es de verdad increíble como cada día nos atacamos más unos a otros…
Lo bueno de esto, es que no todo está perdido… esto lo escribo, porque justo empecé a conocer gente, que nunca habla mal de nadie, que educa a sus hijos enseñándoles ante todo el amor hacia los demás, al principio pensé que era porque había gente enfrente de ellos, pero después vi que no! ¡Que en serio son así! Que han aprendido desde pequeños a respetar las diferencias de los demás… es increíble, porque estando junto a todos ellos, que son muchísimos, te sientes ¡tan a gusto!, te enfocas en lo importante, y no en lo superficial, gozas más la vida, y aprendes cosas que nunca te imaginaste aprender.
Así que ¡Si se puede! Recuerda… ¡Un cambio en nuestra actitud genera cambios en las siguientes generaciones!