“Es que cuando crezcan van a saber hacer de todo”
“Van a ser competitivos”
“Es que este mundo es más competitivo que nada”
“Es que este mundo es más competitivo que nada”
“Van a poder tener beca para la universidad”
“Lo que pasa es que me desespera verlos así sin hacer nada…. Con tiempos libres! No! Para nada porque luego se aburren y hacen cosas que no deberían”

Estas son algunas frases que los papas me dicen en cuanto les pregunto que por qué tanta actividad extraescolar para sus hijos…

Y me cuestiono… ¿realmente cuál es el objetivo real de tener a tus hijos metidos en tanta actividad y de arriba abajo todo el día?

Piénsalo bien… ¿quieres que sean muy muy exitosos cuando sean adultos? O ¿quieres que hagan todo lo que tú querías hacer cuándo eras chiquito y tus papas no tuvieron esa oportunidad y tuviste que salir a jugar e inventar mil cosas que a tus hijos ni se les ocurre? o ¿tienes miedo de que fracasen y más vale que aprendan de todo para que por lo  menos en algo sean buenos?

¿Y el balance? ¿Dónde quedo? 

Ayudarlos a tener una vida balanceada.
Darles una educación emocional.
Enseñarles hábitos.
Que aprendan a perder el tiempo y así fomenten la creatividad. 
Que fomente el aspecto social haciendo voluntariado en algún lugar.
Que aprendan a relacionarse.
Que aprendan a decidir, y a equivocarse también.
¡Conócelos! ¿De verdad crees que ellos están felices con toda esa actividad?
¿Qué van a hacer cuando todo eso se termine? Ahora… ¿cómo van a llenar su vida?

Cuando terminen la universidad “financiada con su deporte”… ¿En que van a trabajar? ¿No preferirías que encontraran un trabajo relacionado con su carrera y que con su esfuerzo y aprendizaje ayuden a pagar la universidad?

¿No te gustaría que además de ser deportistas o artísticos pudieran tener una vida plena en todos los aspectos?

Piénsalo de nuevo… Todavía es tiempo de cambiar tu sistema educativo y de darles a tus hijos verdaderas herramientas para la vida real… No dejemos que crezcan en una burbuja de expertos en karate, ballet, violín, soccer… Etc., a un grado tan extremo que ya olviden cómo hacer amigos, como ser responsable en casa, cómo  darse cuenta de las necesidades  de los que viven en el mismo hogar, cómo llenar tiempos libres, como tener una vida espiritual, como ser parte de la sociedad y ayudar a que mejore…

Tantas cosas… Somos sus padres, no sus entrenadores o directores…

¡Ellos también cuentan en la construcción de sus vidas! Pregúntales si son felices con tanta actividad. Así de claro ¡pregúntaselos! Y también atrévete a ver en que cojea tu hijo para desarrollarle todas las áreas con las que vino a este mundo. 

¿Te acuerdas de cuando eras chico? ¿Qué hacías después de hacer tus deberes escolares en casa? ¿Salías a jugar con amigos, inventabas juegos, leías, ibas a nadar a algún lado, salías a pasear con tu familia? ¿Y qué tal eres ahora? ¡No nos dejemos engañar por el consumismo que hace que tengamos a nuestros hijos de arriba abajo sin parar! No nos dejemos engañar por teorías psicológicas que nos venden la idea de que si no es ahora nunca…

El punto es dejarlos vivir… En una vida real… Como nosotros… No es quitarles diversión… Es darles lo que cada etapa tiene… De por si cuando somos adultos tenemos una vida llena de actividades… ¿No crees que podemos dejar que nuestros hijos disfruten un poco ese espacio que la vida les da para jugar, platicar, leer, perder un poco el tiempo? Pero cuidado! siempre con balance, no se trata ahora de cerrarle todas las puertas a nuestros hijos y de hacerlos unos parásitos de los videojuegos… seguirán teniendo actividades, pero siempre con balance, que no perjudique la dinámica de toda la familia, que a todos les de tiempo de tener lo que cada quien quiere y debe de hacer. 

Luego no nos preguntemos por qué nuestros hijos se la viven estresados, angustiados y de malas…

Encontremos el camino para que nuestros hijos crezcan con balance y con lo que corresponde a cada etapa. Aprendamos a ser buenos padres, con una intención correcta, con unos objetivos claros, no por el que dirán, ni por la presión de la sociedad, sino por el bien de cada uno de nuestros hijos. Y así, el día de mañana ellos estarán agradecidos y nosotros orgullosos y satisfechos de haber actuado correctamente.